
Claudio Archubi – Hermana, jardín, espina
Claudio Archubi obtuvo 3ra. Mención en el Primer Concurso de Poesía 2021 organizado por Metafórica Revista con su poemario Hermana jardín espina.
El poemario Hermana, jardín, espina de Claudio Archubi puede ser pensado como un sueño en el que se recuperan imágenes de la infancia que se van sucediendo, pero no es solo eso, los recuerdos son pensados con agudeza, se pone en marcha la memoria para volverla conocimiento. La reflexión sobre la niñez se carga de pena, y aún así, el tono del poemario no es melancólico o nostálgico sino una exploración poética sobre el Pasado y la Historia personal, una indagación poética sobre el origen.
Los poemas se hilvanan con fluidez, adquieren cierto rasgo narrativo, se hilan entre ellos, pero no forman una trama lineal, van del pasado al presente en un vaivén. El libro da lugar a un gran poema largo, separado por grandes espacios de silencio, los espacios que se tiene entre el pasado pueril y el recuerdo adulto.
Utilizando un lenguaje sencillo construye metáforas potentes que calan hondo. Este es un poemario filoso, punzante que se clava en quien escribe, y por consecuencia en quien lee, como alfileres y mil espinas.
Entrevista “El poeta debe atravesar todas las máscaras”
MR – ¿Por qué escribís?
Claudio Archubi (CA) – Reformulando una vieja idea del pensador argentino Rodolfo Kusch: no escribo para “ser alguien” sino para recuperar una forma más plena de “estar” en el mundo. Escribir poesía nos permite recortar lo Real de una forma más hospitalaria, una que hospeda a las emociones en nuestra mirada de las cosas, humanizando la Tierra.
MR – ¿Tenés alguna concepción particular de “la mirada poética” sobre el mundo y sobre vos mismo?
CA – Creo que la buena poesía debe tener un carácter revelador. Es decir, debe ofrecer la posibilidad de ver el mundo de una manera en la que no se había visto antes. Ese “ver el mundo” no debe estar subordinado a la desesperación de “ser alguien”, es decir, a hacer que “el mundo me vea”. La invisibilidad y la deshumanización a la que nos somete la maquinaria social obligándonos a cumplir el rol de engranajes útiles, lleva a la necesidad de hacerse visible creando un personaje. He conocido a varios escritores que están preocupadísimos por armarse un personaje. Pero creo que la escritura poética trata justamente de lo contrario. El poeta debe atravesar todas las máscaras y llegar al fondo de sí mismo y de ahí extraer la nueva mirada. Por eso leo con suspicacia a los acróbatas del lenguaje: cuando manejan las palabras en función del ritmo -y nada más- suelen caer en el artificio, derrapando por fuera de sus propias vivencias; o a aquellos poetas academicistas, burócratas del lenguaje que desarman las frases como relojes, tejiendo o destejiendo puentes sobre un vacío vital. Siento que no bastan esas astucias para hacer buena poesía. Me distancio también de los poetas que se limitan a hacer un crudo testimonio de su entorno. Para eso tenemos a los cronistas, a los sociólogos, a los buenos periodistas. Siento que la poesía tiene que ir más allá. Pero son sólo intuiciones que delimitan una región de exploración propia, no escribo en contra de nadie… hagamos y dejemos hacer. Nunca se sabe desde dónde puede conmocionarnos, aunque esto no fuera la preocupación inicial de ese poeta, mediante un golpe de dados, el nacimiento de una nueva mirada reveladora. Los caminos de la poesía son infinitos y misteriosos…
MR – ¿Qué lugar juega la realidad compartida cotidiana en el hecho poético como recorte de la misma?
CA – Los científicos tenemos bien presente que eso que llamamos “realidad”, incluso en la física, que es la más rigurosa de las ciencias naturales, es una construcción que resulta del modelo teórico imperante. Y aún peor, si para definir nuestra realidad cotidiana apelamos a imprecisas construcciones sociológicas de moda, y todavía peor, si nos atenemos a ideologías políticas, y todavía más grave, a postulados periodísticos. Por eso, creo que la poesía apunta a revelarse contra esa idea de una realidad compartida cotidiana, dejándonos con la sospecha de que hay otra realidad más determinante que en el poema sale a la luz.
MR – ¿Desde dónde partís en el abordaje investigativo sobre un tema en particular sobre el cual escribir?
CA – Primero espero que un tema me encuentre y luego, lo dejo vivir el tiempo suficiente en mí, espero que crezca hasta imponerse como una verdad implacable, es decir, conectado vitalmente a mi experiencia emocional. Después, profundizo intelectual y verbalmente en ese tema para ampliar los alcances del texto.
MR- ¿Es la metáfora un modo o estructura de vida en vos?
CA – No está claro hasta dónde llega el alcance de la metáfora como estructura básica del pensamiento. Hay papers que discuten su rol en el corazón mismo del modelo científico. Pero abusando un poco de la idea (digamos, extendiendo su significado hasta hacer una sinécdoque de la palabra “metáfora”, entendiéndola como cualquier “molde mental arbitrario” de las cosas), yo diría que la metáfora nos configura. Aquello que llamamos “La realidad” es la más masticada de las metáforas, la que heredamos de la mirada ajena.
MR – ¿Cómo podrías definir la relación entre imagen y concepto a la hora de escribir?
CA – A mí, la palabra “concepto” me remite a la prosa ensayística, analítica, de corte racional. La palabra “imagen” me dirige hacia una dimensión pre-conceptual. La poesía ancla en imágenes, y en tonos anímicos, no en conceptos. Desconfío del “arte conceptual”. Puede haber conceptos en un poema, pero tan sólo como una consecuencia circunstancial de esa dimensión pre-conceptual. Por ejemplo, la buena poesía social trabaja dimensiones conceptuales, digamos, lo que suele despectivamente verse como “bajadas de líneas”. Sin embargo, cuando está sustentada por un flujo pulsional fuerte, puede ser sobrecogedora. Es decir, cuando el eje del poema no está en la perorata conceptual sino en el flujo vital que circula por debajo. Pongamos como caso extremo el sermón evangélico. El pastor lanza sus admoniciones en forma conceptual, con una clara intención de comunicar un mensaje, pero si tiene talento, esta perorata encarna en él y surte efecto expresivo. Un ejemplo poderoso de sermón poético es el que nos dan los poemas en prosa del chileno Pablo de Rokha. En síntesis, hay poesía sin conceptos, pero a la poesía que pretende anclar solamente en conceptos le falta algo, le falta cuerpo.
MR – ¿Qué considerás que es lo que te define como poeta?
CA – Si apelamos a la idea clásica de la definición por género próximo y diferencia específica, diría que encuentro esa diferencia profundizando en el formato del poema en prosa. Hace una década que exploro este formato. Si bien tiene antecedentes en algunos de nuestros escritores más destacados del siglo XX (Borges, Girondo, Pizarnick, Temperley, Bustos, Calveyra, son algunos ejemplos), este formato no ha sido tradicionalmente tan trabajado como el poema en verso en nuestro país. Encuentro que ofrece terreno virgen todavía. Me entusiasma también mucho el desafío del poema-libro. Una colección de poemas puede alcanzarse por azar. Pero para llegar a un poema-libro se necesita un plus de atención y trabajo (remito a algunos ejemplos: la bella letanía “Maizal del Gregoriano” de Arnaldo Calveyra, el maravilloso libro “Alfabeto” de Inger Christensen, el hondo poema “Descripción de la mentira” de Antonio Gamoneda o el desesperado cuadernillo “Canto a su amor desaparecido” de Raúl Zurita)
MR – ¿Qué estás escribiendo en el presente?
CA – Estoy escribiendo una colección de poemas en prosa de largo aliento que trabaja simultáneamente varias vías paralelas: el flujo reflexivo, la causalidad narrativa, la sintaxis rítmica y el substrato emocional-sensorial. Respecto al tema, en este nuevo libro escarbo en los fundamentos de mi subjetividad en cuanto al vínculo con este país. Digamos que, en algún aspecto, sigo explorando el camino iniciado con Cielo al revés (metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur). Es una poesía contaminada de guiños regionales e históricos, sin abandonar mis obsesiones filosóficas.
MR – ¿En qué momento escribiste el libro presentado en el concurso?
CA – Escribí “Hermana, jardín, espina” después de escribir “Cielo al revés (metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur)”. Fue por necesidad de “cruzar a la vereda de enfrente” luego del agotador camino que implicó la escritura de ese otro libro. Necesitaba un cambio de aire y volví a la “poesía pura”. Es decir, un tipo de poesía introspectiva, menos contaminada de elementos regionales e históricos. Son dos caminos de escritura que exploro en forma paralela. “Hermana, jardín, espina” surgió como una reformulación de “Arca rota jardín de nadie”, el poemario anterior a “Cielo al revés”. “Arca rota jardín de nadie” es un poemario en prosa que explora los límites con el libreto teatral, reelaborando, en forma de diálogos rítmicos, algunos tópicos de la poesía pura: la infancia, la vejez, los lazos familiares, la verdad, la mentira, el amor. “Hermana, jardín, espina” continúa rumiando esas preocupaciones, pero en forma de un poema-libro escrito casi como una larga carta íntima a mi hermana.
MR – ¿Cuál es tu trabajo? ¿Tiene relación con la escritura?
CA – Soy doctor en física. Trabajo como investigador científico y como docente universitario. Está claro que ambas disciplinas, la física y la literatura, trabajan con el lenguaje. Pero son dos lenguajes distintos. Uno es el lenguaje matemático, una construcción pura de la inteligencia desprovista de referentes y de contenido sensible, en las antípodas del lenguaje habitual. El otro es el lenguaje poético, también una forma de apartarnos del lenguaje que usamos todos los días, pero para crear una mirada de las cosas que involucra a la realidad emocional y sensible. Por supuesto, ocurre que cuando se le otorgan los referentes apropiados a este lenguaje matemático, es decir, cuando se traduce al lenguaje habitual, se produce un extrañamiento de este lenguaje cotidiano que por carambola nos puede conducir al efecto poético, también… y muchas veces a la confusión y a una mala interpretación de la teoría científica. Sin embargo, no quiero terminar esta respuesta sin señalar que, por debajo de la teoría científica, hay una emoción básica, oscura y luminosa a la vez: el vértigo de robarle terreno al infinito, mientras éste nos devuelve el trágico reflejo de nuestra propia finitud; la posibilidad de descifrar, aunque sea parcialmente, el libro del universo que, si apelamos a la afirmación del gran Galileo, está escrito en caracteres matemáticos (pero, ¿lo está?).
Selección de poemas
(De Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur) —Segundo premio del Concurso de Letras 2019, en la categoría Poesía, del Fondo Nacional de las Artes—):
De En pocas palabras; Antología de microrrelatos (2021) Niña Pez Ediciones
Entonces soñé que mi madre, desordenando el tiempo, en pequeñas dosis me daba sus cucharadas de frío.
—Este es el remedio que calma toda herida —me decía poniendo escarcha en mi corazón —esta es tu poción contra el engaño, tu escudo helado contra la tristeza, y contra toda innecesaria invasión del odio y de la muerte que mana de la Verdad.
Flotaba mi alma parada en un témpano.
Pero luego, descuidada, ella puso su mano sobre mi pecho y me transfirió el Amor.
Y en Teresa soñé el Sur.
***
Teresa, le digo. Soñé el Sur.
Soñé que esta ciudad era un desierto.
Descendía a él.
Bajo el sol de la otra ciudad tu voz me llamaba desde la profunda caída, vibrante como los trenes del subsuelo.
Pero yo andaba por los médanos: todo esto era mío, pensaba quemándome despacio.
Ardía mi piel en vos, a mi lado, en tu ninguna parte.
Debajo del ruido de la otra ciudad, detrás de todos los textos tu voz también lloró despacio.
Algo en combustión, algo como una gran Verdad entró y salió de mí, fue hacia tu llanto.
***
(Del poemario inédito Hermana, jardín, espina):
Nancy, te doy este recuerdo como semilla crecida. Es el limón de la Nada. Oílo de cerca: suena como el mar. Suena como el canto de mil pájaros juntos. Sostenelo: gira en tus dedos brillando bajo el sol de la siesta. Lo arranqué del limonero muerto en el patio de nuestra infancia. Lo arranqué en un sueño. Sentilo. Ya no existe, pero es grande, amarillo y frío como la pena. Ya no existe, pero es húmedo como tu mano. Y pesa en la mía.
Te doy esta dura ofrenda porque escarbé en mis vísceras.
Toqué las máscaras hundidas y no encontré mi rostro.
***
Sonetos del deber ocultaron mi rostro.
Así como un transitado poema confesional oculta el rostro de todos, poniendo adornos inútiles a las puntas del corazón.
Dando vueltas las tramas de la mente.
Tocando la última idea inquietante como una espina se abría mi rostro cayendo.
Hacia afuera del niño se abría.
***
(Del poemario inédito La cena de las Cenizas —finalista en el Premio de Poesía Ciudad de Salamanca 2021—)
Sobre la imagen de Bruno en llamas
Dices: Veo a Bruno arder.
Dices: Estoy frente al cuerpo de Bruno en llamas, inseminado por el dolor.
Y yo, Filoteo, te afirmo: no es Bruno el que arde sino que el Mundo está ardiendo en Bruno. Siempre lo estuvo.
Contempla las ampollas en la espalda y en la madera.
Te digo: Bruno se está poniendo en acto infinito.
Bruno se expande, se disemina, se multiplica como una madre adolorida.
Brota Bruno en la madera y van siendo uno.
¿Ves cómo se abre el atanor de su piel?
Bruno, parte y accidente, tras la llama viva, se mueve de su nombre y florece.
Lento, muta, como si Dios volcara su vaso rojo.
Dices que los sentidos, declaró Bruno que pueden engañar.
Los sentidos no engañan esta vez.
En cada átomo de cada una de estas llagas, como si fueran palabras que se abren por amor a la Verdad, hay un pedazo de Bruno que se escapa y se te acerca.
Así yo, Filoteo, te digo: si la substancia es eterna detrás de toda máscara, en cada animal que aun temblando se acerca implacable a la Verdad, una parte llamada Bruno sigue ardiendo en nuestro Mundo.
***
Plegaria de Bruno en la hoguera
A Lucas Margarit
Oh Maestro Telesio: rerum natura est infinitum.
Respiramos: hay un pedazo de cielo bien adentro, circulando en nuestro cuerpo. Así flotamos en el interior, de los pies a la cabeza.
¿Va el pensamiento en nuestra sangre, con su pedazo de cielo va, entre tu respiración y la mía, como van las palabras por el aire, entre infinitos mundos, con sus nubes adentro, con su silencio alrededor?
¿Sabías que no hay palabras en el espacio, pero tampoco vacío?
¿Sabías que el vacío es atravesado por cosas intocables que ningún cuerpo resiste?
Rerum natura est perpetuum mobile.
¿Mi muerte estará vacía? ¿Te atravesará como una de esas cosas?
¿A quién atravesará tu muerte? ¿Se cruzará alguna vez con la mía?
¿Respirarán juntas en una misma boca que las diga, como una nota al pie del gastado cuaderno de la Nada?
Hice tanto ruido Gran Inquisidor que decidiste acostarme como niño en el lecho del olvido. Pero ¿cuántos pájaros aletean cuando muere un alma libre?
Oh Gran Padre de la Muerte. Corrí el manto del cielo que nos cubría, oh padre de mi época. Y encontré ideas más peligrosas que la muerte, porque de ellas, ni siquiera por la memoria se puede volver.
Mi sacrificio es necesario: toda llaga es una rosa.
Rerum natura est accidentia: florece la muerte y florece el espíritu.
Ahora cuando las llamas me envuelvan, me soñaré en el centro del mundo danzando desnudo, repleto de cielo, brillaré en la noche, me diseminaré por el aire, atravesaré los cuerpos, tocaré el futuro.
Y estaré en la boca de todos con mi amorosa peste.
Breve Biografía
Claudio Archubi (Mar del Plata, Argentina, 1971). Doctor en Física e investigador de CONICET. Actualmente trabaja en el IAFE (Instituto de Astronomía y Física del Espacio) y es docente de la Universidad de Buenos Aires. Colabora con revistas literarias del país y del exterior. Ha participado en varios festivales internacionales de poesía. Mención única de honor en el concurso de poesía de la editorial Ruinas Circulares 2012 y menciones en cuento y poesía 2014. Segundo premio de poesía del Concurso de Letras 2019 del Fondo Nacional de las Artes, segundo premio en el Concurso Nacional de Poesía Victoria Ocampo 2021, finalista en el Premio de Poesía Ciudad de Salamanca 2021 y mención de honor en el Concurso de Poesía Vuelo de Quimera 2022. Su libro La casa sin sombra ha sido seleccionado, traducido al inglés y publicado en la antología bilingüe: África vs Latinoamérica. Escritura experimental (Langaa RPCIG, Camerún, 2017). Publicó La forma del agua (cuentos, ed. de la Universidad de La Plata, 2010), Siete maneras de decir tristeza (poemas en prosa, Lima, 2011), Sísifo en el Norte (poemas en prosa, ed. Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012), La casa sin sombra (poema en prosa, Buenos Aires, 2014), la ciudad vacía (ed. Trópico Sur, Uruguay, 2015), La Máquina de las alegorías (poemas en prosa, ed. Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2016), Arca rota jardín de nadie (ed. Valparaíso, España, 2018) y Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur) (ed. La primera vértebra, Buenos Aires, 2020).

Links acerca del autor
Poesía y reseñas
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Poemas y reseñas
https://poesia.uc.edu.ve/la-maquina-de-las-alegorias/
Links sobre La casa sin sombra: libro completo
Videopoemas-book trailers
Sísifo en el Norte-Yana Wayra (colaboración con Teresa Orbegoso)
https://www.youtube.com/watch?v=WGepFkmY108
La ciudad vacía
https://www.youtube.com/watch?v=ZFESwlagYEw
Arca rota jardín de nadie
https://www.youtube.com/watch?v=UnEvsL9aeog
Artículos ensayísticos breves
http://evaristocultural.com.ar/2017/08/01/del-caos-a-la-intensidad-vigencia-del-poema-en-prosa/
https://deunsilencioajeno.lamula.pe/2018/05/26/que-es-escribir-bien/andrea.cabel/
https://www.rdbitacoradevuelos.com.mx/2016/02/acercamientos-sobre-la-ficcion.html