
Cosmogonía poética
Prólogo por Eugenia Straccali al libro «Cuando los pájaros vuelven» de Patricia Cuscuela
“[…] los pájaros
cantan y casi
ahogan el susurro
de las hojas al viento;
las hojas susurran
y casi ahogan
con su silencio el cielo,
Inger Christensen
hay muros en el siglo veintiuno / aun con el mundo globalizado hay pájaros muertos entre los ladrillos / los pájaros pueden traspasar todos los muros / los pájaros libres traspasan los muros de las cárceles de los geriátricos de los campos de concentración del muro de Berlín de la muralla China de los orfanatos / anidan y cuidan sus huevos / me pregunto si habrá nidos sobre las murallas / hay puertas en las murallas algunas están abiertas / otras están selladas esperando milagros/
El libro de Patricia Cuscuela conforma una cosmogonía poética en la que la memoria trae las palabras desde el pasado y se entraman a veces bajo la forma de una prosa lírica otras como una corriente, memoria de la poesía, flujo continuo de pensamientos que se van enlazando en una versificación que arma figura en el espacio de la página como poema visual o un caligrama.
En esta poética de la memoria se despliega una geografía imaginaria por donde fluyen las escenas familiares, paisajes, sensaciones, imágenes que retornan del jardín de la infancia. Y son los pájaros los que en sus migraciones estacionales, en sus giros proféticos transportan los sentidos y en sus vuelos en bandada o solitarios los esparcen y diseminan.
Patricia Cuscuela dialoga en este movimiento de las palabras con la escritora danesa Inger Christensen que pertenece a esa línea de poetas del siglo XX que revolucionan la concepción de poema y del poemario tradicionales (como también lo hacen Muriel Rukeyser o Adrienne Rich).
La poeta construye su libro a partir de la repetición retórica como si subvirtiera un sustrato cuantificable a través de la letra, una fórmula matemática. Este libro es también un ejemplo de las formas poéticas no reciclables de las que hablaba Denise Levertov en las que el ritmo está dado por un fluir secreto del sentido entre las palabras, los silencios, los intervalos, las cesuras. Música que se filtra en lo intersticial de las frases.
Los pájaros vuelven para actualizar sentidos dormidos, anestesiados o muertos, los reavivan con el batir de las alas sobre esa estructura gramatical.
Patricia como Christensen elabora una obra sabiendo que su lenguaje va creando nuevos referentes para el mundo, una cosmogonía nueva. El tono es un mantra que se va complejizando gradualmente, envolviendo fonemas, sintaxis y significados hasta convertirse en un poema total, con zonas barrocas o políticas, zonas iluminadas siempre por un lirismo salido de una voz que por momentos incomoda y alivia al mismo tiempo. La poesía es una experiencia que subvierte las formas más rígidas, causa el deseo de escritura, de lectura.
Cuando los pájaros vuelven se inscribe como lo hace la poesía moderna, a partir del acontecimiento poético que instala Mallarmé, quebrantador del lazo entre lenguaje y representación; ya que destruye la garantía de que existen muchas lenguas para un sentido único, quebranta la alianza secreta del mundo y las palabras, desintegrando los espejismos de la significación. Si sonidos diferentes no nombran los mismos referentes, se subleva la soñada ley de la unidad original. Las palabras se vuelven enigmáticas: algo ajeno, extranjero, incomprensible, como es el lenguaje de los pájaros para los humanos, lengua no articulada, ensoñación poética, resonancia y a su vez un desafío, pues todo intento por acercarse y comprenderla definitivamente exige un esfuerzo hacia la reducción. El sentido estalla y se dispersa en una pluralidad de significaciones: “se parece a una pérdida la sombra /cierra estomas irrespirable ambigua sombra / proyecta más oscuridad sobre la oscuridad sombra / recorre los túneles crueles del encierro sombra búsqueda del castigo sombra / renacida el día de la aurora muerta sombra
pérdida proyectada sobre paredes húmedas sombra / cernida atrapa cuerpos doloridos conos de sombra / espera de los meses rojos sin saber que no serán sombra”
Esta hermosa obra cifra el vínculo entre la traducción y la experiencia poética al poema como ejemplo de lo intraducible, por ser el lugar más propicio para la experiencia de la lengua, y a la poesía como la gran instancia para la experiencia de la propiedad y la ajenidad del lenguaje porque “por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa” como dice Alejandra Pizarnik.