
Entrevista a la poeta María Julia Magistratti
“La poesía como medio de comunicación”
Por Florencia Fernández
María Julia Magistratti
Nacida en Azul, provincia de Buenos Aires en el año 1976. Lleva publicados los siguientes libros de poesía: “Alasitas” (Buenos Aires, Editorial Honorarte, 2004), “Ea” (Buenos Aires, Ediciones El Mono Armado, 2007), “El hueso de la sombra” (Buenos Aires, Editorial Ruinas Circulares, 2011) y “Pueblo” (Buenos Aires, La Gran Nilson, 2016).
Licenciada en Ciencias de Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es coordinadora de la Unidad Institucional de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CoNaBiP) y co-directora del sello editorial “La Gran Nilson”
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Viajé a Buenos Aires un viernes soleado, tenía ganas de irme de la ciudad de La Plata por un rato y el encuentro con Julia fue la excusa perfecta para dejar la ciudad por unas horas. Llegué a eso del mediodía al lugar de trabajo de ella y fuimos a un bar de Recoleta. La entrevista en sí duró 1 hora pero nos quedamos un tiempo más hablando luego de terminar con las preguntas. Yo estaba un poco nerviosa de que la entrevista sea incómoda, yo nunca había visto a Julia antes, sólo coordinamos el encuentro vía celular. Por suerte, todos los nervios se desvanecieron cuando comenzamos a charlar, Julia es una persona muy transparente y en todo momento me sentí muy bien, como si estuviera conversando con una persona que me entiende. De la entrevista y de Julia en particular, me llevo mi primera experiencia y muchos conocimientos que ella me trasmitió sobre la poesía, eso que en un instante, nos conectó.
Dejo a continuación el poema que hizo que eligiera a Julia, “Infancia en dictadura”. En mi vida personal y familiar, no se habla de la dictadura, yo no sabía casi nada hasta entrar en la Universidad. De algún modo, al leer este poema, sentí que Julia me contaba cómo eran las cosas en aquella época; le tomé cariño.
Infancia en dictadura
No me gustan las cosas que llegan por la noche.
El circo que ocupaba el descampado
con una sigilosa extravagancia montaba sus destartaladas piezas.
Y a la mañana siguiente, en la panadería,
unos seres animados e irreales,
ocupaban el espacio,
desorientando a los niños, los perros y las viejas
que volvían a sus casas sin el mandado.
No me gustan las cosas que se instalan por la noche
como una amenaza que se dice por lo bajo.
Los soldados que todos los 9 de julio esperaban a los gallos
y el desfile,
hacían el chocolate en los tanques despintados,
el frío del amanecer apretaba la entrepierna
de los raídos trajes verdes
y el casco helaba el cuero de la cabeza,
los pibes colimbas meaban la leche recién ordeñada.
Abanderados y escoltas aparecían en el horizonte
como un sol artificial
con maestras que ya murieron de cáncer y desconsuelo.
La noche anterior, las madres almidonaban los uniformes
y delantales apretando la plancha sobre los dobladillos,
descargando la furia sin más de entregar a sus hijos a los ojos
de interventores, generales, párrocos y altivas
directoras de escuela.
Mi abuela decía “nunca crean en hombres que llevan polleras:
ni obispos ni jueces ni ingleses”.
No me gustan las cosas que se instalan por la noche
como una verdad susurrada que se dice una sola vez
o una sirena
que no viene de ningún lado
pero viene hacia nosotros.
⦁ ¿Cómo comenzaste a escribir? ¿Cómo se publicó tu primer libro? ¿Cómo recordás que fue ese proceso?
Comencé a escribir desde chica. La escritura fue un sentimiento impulsivo, algo instintivo, recuerdo que escribía cartas y poemas para mis abuelos. Durante toda mi infancia y adolescencia iba llevando a todas partes cuadernos donde anotaba cosas, desde cosas que leía hasta cosas que me pasaban. Tenía una sensibilidad especial con la lectura, tuve la suerte de tener una biblioteca en mi casa en la que había poesía; también éramos socios de la biblioteca popular de Azul y desde pequeña sacaba libros y los leía en mi casa. La poesía era algo que circulaba en mi infancia ya que tenía un tío poeta llamado Roberto Glorioso, era él quien traía a casa de mis abuelos un montón de libros de poetas, extranjeros y argentinos. Mi abuelo era artista plástico y mi abuela una gran lectora y su casa, en Azul, era un lugar de encuentro entre artistas y poetas. Terminé mi secundario en Azul y me vine a Buenos Aires, tuve la suerte de conocer a muchos poetas que yo ya había leído y que me habían llamado la atención. Fue entonces cuando tuve la necesidad de reunir un material que ya venía escribiendo, esto nace a partir de un viaje muy importante para mí que había hecho por América Latina. Había reunido una cantidad de poemas y una amiga me incentivo para presentarlo en un concurso, lo terminamos presentando al concurso Letras de Oro de la Fundación Honorarte, cuyo premio al primer puesto era la publicación del primer libro. Así es como se publica “Alasitas” mi primer libro; el nombre sale de una fiesta que se festeja en Bolivia, las alasitas son las miniaturas que la gente le cuelga al ekeko, representando sus deseos.
⦁ ¿Cuál fue el clima intelectual de tu casa y tu infancia? ¿Recuerda algo que pudiera denominarse “episodio de iniciación literaria”? Escuela, educación formal e informal en la adolescencia, los grupos y las amistades literarias; autores decisivos en su formación literaria.
Tanto mis abuelos como mi madre eran artistas, mi abuelo era artista plástico y mi madre era bailarina. Así como tuve acceso a la biblioteca familiar, también tuve acceso a la música desde muy pequeña. En mi casa circulaban mucho lo que antes eran las páginas literarias de los diarios, en ese tiempo salían poemas de una poeta que a mí me encantaban, Olga Orozco. No entendía del todo lo que decía pero amaba las palabras y jugaba a recitar los poemas, recuerdo que de chica jugaba a la mamá y yo misma me llamaba “Olga”, era mi ídola. Cuando me vine a vivir a Buenos Aires, mi primer objetivo era conocer a Olga. Un día me enteré que estaría leyendo en un café literario y fui a verla, pude conocerla y establecer un vínculo cariñoso en sus años de vida. Siento que fue como un impacto lo que me pasó con Olga, uno a veces tiene un encuentro con la poesía que es como una vibración, que por alguna razón misteriosa uno siente una similitud con aquel que lo escribió. A lo largo de la vida uno vuelve a leer a estos poetas o ciertos poemas que en algún momento nos conmovieron, nos modificaron y hasta en un punto nos abrazaron, y es lindo entender porqué esos poemas, porque esa voz poeta vibró en nosotros mismos. Hablando de la educación formal e informal, cuando era niña iba a la escuela Normal de Azul, y en el secundario tuve una profesora, Mónica Jackobson, que vio en mí una especie de sensibilidad y amor por los libros y por la escritura. Íbamos a pasear por los parques de Azul y ella me hablaba de libros y me prestaba algunos para que yo lea. Tuve la suerte de estar acompañada y acunada desde chica por gente hermosa que no me dejó sola y eso es algo muy valioso ya que mucha gente que escribe siente como una especie de orfandad o de soledad.
Creo que la poesía es un medio de comunicación que supone siempre a otro, no es un trabajo solitario sino que hay un diálogo, siempre va al encuentro ya que interpela al lector. Un poema se termina de construir siempre en el encuentro con el otro, con la alteridad y esa es la construcción, es ahí cuando el poema cobra vida y tiene su instante de vitalidad. Es por eso que toda poesía es política, porque está escrita por un cuerpo político, un cuerpo atravesado; la escritura con el cuerpo, es una escritura que, en general, a las mujeres se nos hace casi urgente y está relacionado con romper un sistema, no solamente capitalista sino también en romper el sistema patriarcal. La escritura y más específicamente, la escritura de poesía, tiene que ver con ese gesto, ese acto que está haciendo un cuerpo con la materia del lenguaje, que a su vez es una materia que está viva; yo creo en ese poder de comunicación que tiene la poesía y creo que es ella la forma de sentir que no estás solx en el mundo.
⦁ ¿Cómo trabajas? ¿Haces planes, esquemas? ¿Escribís de manera regular o por épocas? ¿Cuándo y cómo corregís? ¿Lee alguien tus textos antes de que ingresen en el proceso de publicación?
Después de mi primer libro tuve una especie de escritura un poco más “sistemática” aunque no exista un sistema, pero sí me pasó de escribir por necesidad y cuando se terminó esa necesidad, cuando se agotó la fuente de escritura, junto todo ese material y comienzo a pensar eso como un formato de libro. Te empezas a encontrar con muchas recurrencias, hay un mundo de similitudes y de temas que se vinculan y es ahí cuando pensas en el libro; una vez con el material, te pones manos a la obra. El momento de escritura es mucho más libre que el momento de corrección y recolección de material. Para mí, el trabajo de corrección es el más arduo pero el más importante, hasta me lleva mayor tiempo que el trabajo de escritura. Es un trabajo al cual le pongo mucha dedicación y es el trabajo más sistemático de todo el proceso, es cuando empezar a ordenar y organizar todo ese material para ponerlo a funcionar. Una vez que me siento segura con lo que tengo, se lo doy para leer a otras personas, en general, poetas en los que confío plenamente en su criterio. Nunca salió uno de mis libros sin yo darlo a leer o sin volver a trabajarlos.
⦁ Se dice que todo escritor tiene sus temas, constantes que definen su obra, ¿cómo definirías los tuyos?
Si tuviera que hacer una lista de temas, que no es exhaustiva sino más bien general, pondría primero a la muerte, no sólo la física, sino también la muerte de vínculos amorosos y/o afectivos. Me pasó que en los últimos libros hubo una visita a momentos y a espacios de mi infancia, así que podría considerar la infancia como otro tema. Otro tema que me parece muy interesante son los viajes, mirar cómo las sociedades se inventan una vida, como nuestro cuerpo en el mundo de la experiencia reacciona todo el tiempo, minuto a minuto. Por otro lado, hay algo que me llama la atención del mundo exterior, determinadas maneras del decir que tienen las personas, el lenguaje vivo que cobra sentido y diferentes significados; me gusta escuchar y anoto, a veces, frases que me dicen las personas. Se puede relacionar a otra cosa que me interesa mucho, que no es un tema sino algo más bien que me gusta, es la música de las palabras, ese decir de nuestro lenguaje, es ahí donde encuentro una belleza que me gusta que esté en el poema.
⦁ ¿Cuál sería, a su juicio, el lector ideal de su obra?
No existe el lector ideal. Sí me parece como un desafío para alguien que escribe que algo de lo escrito en el presente, hoy en 2019, dentro de 50 o 100 años, alguien lo lea y sienta en la lectura una sintonía y un abrazo. Más que un lector ideal sería como una aspiración, poder establecer una comunicación con alguien que todavía no nació; que aquello que a uno en el presente lo conmovió, esa vibración que sentiste, perdure a lo largo del tiempo. Y no hablo desde una perspectiva egocéntrica de lo trascendental, sino del lenguaje de un cuerpo vivo que atrapó las palabras y las ordenó en un poema para que luego, alguien reaccione.
⦁ ¿En relación con que autores argentinos o extranjeros pensas tu propia obra?
Soy una persona muy lectora, estoy en constante diálogo con otrxs. Me parece que unx como lectorx ha tenido un diálogo y una comunicación con determinados poetas que con sus escritos o poemas nos han abrazado. Escritores que me gustan son aquellos que vuelvo a leer todo el tiempo y de los cuales no me canso, de hecho, cada vez que los releo descubro más cosas. La mayoría son mujeres con voces muy poderosas que me han transformado la mirada. En primer lugar pongo a Olga Orozco, después vienen: Susana Ténon, Alejandra Pizarnik, Joaquín Giannuzzi, Alberto Szpunberg, Juan Gelman y Manuel Castilla. Me gusta lo que hace Leónidas Escudero con el lenguaje local, el lenguaje en uso de la gente. Hay poetas uruguayas que me parecen fascinantes como Selva Casal, a quien estoy descubriendo y de la cual estoy cada vez más impactada; Idea Vilariño también ha sido una poeta que me gustó mucho leer. De las poetas extranjeras también me gusta mucho Wislawa Szymborska, su escritura es impresionante, Mary Oliver, Denisse Levertov, Adrienne Rich, y tantas otras voces. Saliendo un poco de la poesía hay una narradora que ha despertado en mí la necesidad de la escritura, me sucede que la leo y me dan ganas de escribir, es Clarice Lispector, tiene una escritura inagotable. La lectura de poetas mujeres extranjeras, ha sido para mí, fundamental y un descubrimiento brutal.
⦁ ¿Cuáles son las cualidades más importantes en un escritor? ¿Cuáles son los escritores argentinos o extranjeros que, en su opinión, responden a ese modelo?
Quizás sea polémico lo que voy a decir pero, una cualidad importante para mi gusto personal es, que la literatura y la poesía se vinculen con el contexto actual, con la sociedad y la política del momento, o sea con la época a la que es contemporánea. Admiro mucho a lxs poetas y escritorxs latinoamericanxs y sobre todo a lxs que en paralelo a su formación, han tenido un compromiso físico y vital con lo que sucedía a su alrededor, la escritura como una transformación del presente. Me gusta como cualidad, que la vida y obra del escritor hayan dado o den una mano a su contexto histórico, a la lucha por la justicia social y a la denuncia a un mundo lleno de desigualdades. Esta cualidad me da más ganas de leer a unx escritorx más que a otrxs.
⦁ ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué otras actividades realiza o ha realizado?
No se puede vivir ni del amor, ni de la literatura. En países como el nuestro eso es algo muy difícil y más aún escribiendo poesía. Pero sí trabajo en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares desde ya hace muchos años; además de esto he desarrollado algunos proyectos como la Red Federal de Poesía y festivales literarios federales que incluían poetas de todo el país, uno de ellos fue en el CCK (Poética-CCK 2015) y otro en Tecnópolis(2015), antes del macrismo. Todos estos proyectos están vinculados con el área de la lectura, a través de las bibliotecas populares. Tuve la posibilidad de trabajar en espacios como este y eso me da mucha felicidad ya que la lectura es algo que amo, algo que no solo me ha acompañado a lo largo de mi vida sino que también me ha ayudado a vivir; creo que es fundamental que cada unx, este donde este, aporte su granito de arena para que esto siga ocurriendo.
⦁ ¿Qué significa para vos escribir en la época neoliberalista actual? ¿Tuviste alguna dificultad?
Me parece que la escritura es la posibilidad de permanecer un ratito, acaso lo que dura la lectura de un poema, fuera de en un sistema totalmente injusto, opresor, criminal, asesino. Como dice ese poema de Juan Gelman “con este poema no tomarás el poder” “con estos versos no harás la revolución”, pero el poeta sigue escribiendo; creo que estamos viviendo en unos momentos de aceleración histórica, la primera del siglo XXI y el papel protagónico lo tenemos las mujeres en colectivo, con nuestras propias reglas que están muy vinculadas al hacer poético. El neoliberalismo, además de ser un sistema económico también es un
sistema preformado de subjetividades, nos marca como debemos ser, como nos tenemos que sentir y la insistencia de la poesía sobre algunos temas “no confortables”, que no comulgan con la “ideología de la felicidad” que proponen las empresas mediáticas y los gobiernos obturadores de cualquier sentido que implique abrir lazos comunitarios, la solidaridad, la empatía con lx otrx como noción política; esa poesía que viene de algun modo a embarrar el confort y la salud espiritual de los gimnasios. La poesía acaso viene a recordarnos aquello que la sociedad, el sistema capitalista y los gobiernos de derecha quieren que olvidemos.
Dificultad no tuve ninguna, creo que escribir en esta época es casi una obligación, es una necesidad de denunciar todo el tiempo, poder iluminar otra zona, demostrar que hay otras vías y otras posibilidades. Estamos viviendo en un tiempo en donde hay que salir a la calle y no callar, nunca más.
⦁ ¿Por qué decidiste hablar/escribir sobre la dictadura? ¿Es una decisión política?
Decido hablar de la dictadura porque yo nací en dictadura, en el año 1976, duró hasta el 83 y por lo tanto mi infancia transcurrió en un sistema de relaciones sociales particulares. Fui al jardín de infantes donde pasaban cosas y donde por supuesto, yo no entendía pero las cosas sucedían, me interesó empezar a desmontar lo que había pasado en esa época ya que mi infancia estuvo atravesada por eso. Además vivía en una casa donde había muchas personas comprometidas con las causas y los movimientos sociales y políticos que existían en ese momento; en mi casa se hablaba abiertamente del tema, llegué a escuchar desde muy chica el tema de personas que habían desaparecido, escuchaba las sirenas del cuartel militar de la ciudad en la que vivía y veía pasar a soldados y capitanes. Todo ese poema “Infancia en Dictadura”, es la descripción de la pregunta.Toda mi generación hemos sido interpelaxs en algún momento por el tema de “¿y cuál es mi origen?, ¿cuál es mi identidad?” cómo entonces, no estar atravesado por ello, es casi un deber hablar sobre estas cuestiones. Sé que hay muchos chicxs que actualmente ya tienen mi edad, que nacieron el mismo añode mi nacimiento y posteriores, que todavía no saben cuál es su identidad, que todavía siguen secuestradxs por un sistema, por una dictadura que ocurrió hace 40 años; está el derecho a saber cuál es tu identidad, el derecho a saber quiénes fueron tus padres. Poder hablar sobre esto es poder cortar con el sistema de silencio, es tambien poder desmontar ciertas representaciones por ejemplo las de la negatividad puestas en un luchador social, en este caso los chicos y las chicas que fueron desaparecidxs.
La dictadura militar argentina inoculó en la sensibilidad de las personas el miedo, miedo de lo que cada unx vio, la manera a la que unx le trasmitieron los conocimientos, la manera en que aquel gobierno de facto bajó un sistema de representaciones para que no hables, no digas y no colectivices tu experiencia, que te quedes calladx y que incluso no veas. Si nos ponemos a pensar en el sentido profundo de la palabra “desaparecidx” es eso, hacer desaparecer, algo que no está; silenciar al pueblo para que no vea, ni escuche, ni opine. Eso fue un trabajo sobre las subjetividades, por eso hay muchas personas que todavía hoy, a 40 años, todavía nunca se preguntaron qué pasó, no les llegó la hora de esa pregunta. Creo que desde el arte y otras disciplinas es muy importante seguir hablando de esto; por ejemplo fue importante a nivel simbólico lo que pasó durante el Kirchnerismo, cuando
Néstor Kirchner bajó los cuadros de los militares y abrió la ESMA, eso es un gesto simbólico que rompe con una estructura mental que se implementó sobre las cabezas de todxs lxs que fueron modelados en esa época. El miedo fue el gran obturador de la experiencia, el que te deja ciego, sordo, mudo y el que no te deja actuar y a veces actuar, es sólo hacerse una pregunta.
⦁ ¿Te hace feliz escribir poesía? ¿Qué sentimientos tenes al hacerlo?
Escribo por necesidad. Es una necesidad personal. No pienso en nadie cuando estoy escribiendo. Puedo decir que escribir poesía es una necesidad, necesidad de entrar en dialogo y establecer una comunicación alternativa al sistema de comunicación actual; quiero entrar en dialogo con el otrx, de decir lo que me está pasando, de contar lo que veo y las cosas que me pregunto. Trato de correrme de la palabra “feliz” ya que estamos bajo el mandato neoliberal de la felicidad, no se sabe muy bien lo que es ser feliz. Escribir es como una necesidad que tiene mi cuerpo, no tengo idea si es un acto feliz o no. No puedo hacer otra cosa que no sea la escritura, no hay otra cosa que mi cuerpo me pida.
Preguntas que me gustarían agregar:
¿Cuál es tu obra de arte favorita? ¿de quién es?
Es una pregunta difícil de responder, primero porque no tengo una obra favorita sino porque es una apreciación mutante, es decir, que cambia con el tiempo. Para acercarme a tu pregunta se me vienen ahora a la cabeza los brazos de Maya Plisétskaya, bailarina rusa, bailando el lago de los cisnes.
Si tuvieras que elegir una canción con la cual te sientas identificada, ¿cuál sería? ¿de quién?
Una cancion con la que me siento identificada es “Demoliendo hoteles” de Charly Garcia, entre otras de Charly.