
Hoy sobre el abismo del mundo / nos sostiene esta liana verde, / ¿no es para ponerlo en un poema?
La felicidad de los animales. Poesía reunida 2000-2021. Editorial Bajo La Luna 2021.
Por Laura Tundidor
La obra poética de Scarabelli está poblada de experiencias contemplativas, sutiles, reflexivas en las que la memoria, el cuerpo, los vínculos se presentan armonizados en el vuelo de las nubes, el canto de los pájaros, en la respiración del espacio.
El paisaje está integrado al imaginario poético, no es pintoresquismo. Cada partícula, gesto, acto es metonimia del transcurrir vital del sujeto lírico, su mitología, sus amores, historias. La biósfera, el hábitat con cada elemento particular (nubes, chingolitos, arañas, árboles, hojas, vientos, preguntas, vibratos, zumbidos, abejas) son un todo.
La poesía abre los sentidos con su extrañeza cotidiana, su multiplicidad expresiva para mostrar la conexión obvia, sutil, constante, intrínseca con el microcosmos que habita. Aquí la humanidad no se enseñorea no es ni tutora, ni dueña, como en el mito original antropocéntrico, el sujeto lírico en esta poética es su entorno, su ritmo, respiración, intercambio constante..
La experiencia sensorial reflexiva es capaz de escuchar y de registrar las expresiones de distintas especies, viendo a las plantas y a los animales como espejos que permiten el reconocimiento.
Cuando aparece el dios no lo hace como creador, sino como un registro más de las voces del cotidiano. La mente es salvaje, la existencia un misterio que no pretende responderse, sino apreciar y soportar disfrutando.
El punto de vista ante la naturaleza es un posicionamiento ético y poético, “… la naturaleza liberada del recorte urbano en los pájaros, la luz del día y de la noche, los insectos, el río, árboles, viento, animales; qué descubre la poesía a través de su ojo….aquí todas las formas de vida hablan el mismo lenguaje y dialogan sin traductores con un anhelo de lengua total” (366), escribe Yaki Setton en el ensayo con el que finaliza el libro.
En la poética de Scarabelli no hay binarismos, ni dualismos (humano / animal / naturaleza / urbe), lo humano habita el mismo nivel que los demás seres. La evolución no se muestra como progreso: “lástima no haber aprendido casi nada / de los monitos trepados en las ramas” (345) ni existe la utopía del retorno a lo natural. El sujeto lírico es la naturaleza misma humana, insectívora, animal, no hay fronteras. Dialoga y comparte ciertos principios constructivos y cierta mirada sobre lo animal y lo vegetal con la poética de Diana Bellesi. Como describe en su conocida arte poética “Son tan poquitas al final las cosas / que me gusta escribir, / el número no cierra ni para contar cinco: / la familia, los pájaros, las plantas / algunos bichos más,…” (235).
Esta obra reúne siete poemarios: La Memoria del árbol (2000), Celebración de lo invisible (2003), premio Felipe Aldana, Azogue (2004, inédito), Flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras (2008), El arte de silbar (2014), Últimos veraneantes de febrero (2020) y La felicidad de los animales (2021).
El tono es contemplativo, e íntimo y los recuerdos de vivencias en ámbitos amorosos atraviesan toda la obra mientras que las formas sintácticas y métricas avanzan hacia la sencillez. Versos cada vez más breves y despojados borrando los artificios.
Como si las escalas del chingolo describieran su estilo: Su canto es breve y parece que quisiera / romper a cantar más que cantar en sí, / repetir la breve escala / con la transparencia sonora del cristal, / dar tres o cuatro notas para el aire / y desaparecer. (311).
La memoria del árbol (2000)
La casa de la infancia, las remembranzas, la suavidad del recuerdo, la relación con los discursos y el entorno muestran desde este primer libro la voz lírica, la lengua poética singular de Scarabelli.
Atravesar los recuerdos, sus huellas, la suavidad de los gusanos de seda, el viento, los dioses en los mitos, la madre como un pájaro que trepa la higuera mimetizándose con hojas, sol, ciruelo, damasco, flor, hoja, corteza, jardín
Cuando nos sentábamos / en el jardín, / calladas, / a mirar cómo se abría / la flor de cactus / blanca / y de una vida tan breve / que provocaba inquietud / cómo pasa siempre / que algo visto / habla de otra cosa, / yo le decía a mi madre: / “ah, si esto pudiera durar para siempre.” (20) sintiéndonos benditos, / seguros / en la memoria del árbol. (21)
la memoria / la ensimisma / en el vaivén hipnótico / de ciertos pájaros; / ahora la memoria / sólo sale de noche / y comprende, / apenas vagamente, / que aquello es la luna. (25)
El antiprofeta lo sagrado fuera de la religión usa la palabra bíblica, pero sin otorgarle la manifestación de lo divino: ¿qué ser de la creación / no ha experimentado alguna vez / el terrible silencio de su padre? (39) Caín, Lot, dios, Judas, son seres estériles: No hay corriente de agua / junto al árbol / plantado por Caín (39)
Celebración de lo invisible (2003)
Dedicado amorosamente a la familia, amada amor de mora, caricias que borran fronteras entre la mano y el pelaje, evanescencias de la mariposa y la gota de rocío, perfume de eucaliptus, astros, constelaciones. La naturaleza es la que trae revelaciones: con una indomeñable / fuerza de espíritu / de lo apenas invisible.(54)
Está lo intangible, lo que no vimos, difuminado, inasible: Aquí, / sin refugio entre las cosas, / mirando la noche. / Y ahora, / ¿en qué se fija el temor / si no en la boca / incapaz de contar lo que padece? (59) más henchida de sí / que el dios que interpusimos / a su reino / ¿ y no debíamos, entonces, / nosotros, ver, / prestar el conmovido testimonio? / rozó el misterio / y apagó su forma (71)
Azogue (2004 inédito)
La operación de la creación es inversa, son los seres quienes quieren ser nombrados y los que se enseñorean.
¿Cómo habrá sido aquella quieta / siempre reticente explosión primera / de la luz por el verbo? (121) el silencio era una araña que dormía / cuando el huevo del dios / tembló en su tela. (122)
Flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras (2008)
Preguntas, escenas de la infancia, situaciones cotidianas que contienen la vida en todos sus seres, todas las materias atravesando situaciones similares: ¿será cierto / que hay flores que prefieren / abrirse sobre aguas oscuras, / serán ciertos / los fugitivos actos de memoria / que descubren, / apenas entrevisto, / el amoroso borde / de una forma completa?… ¿qué pez será / … el que así vuelve? (141)
A veces sueño / reencarnar / en una hoja de ese árbol. / En mi sueño caigo / dulcemente a sus pies / y allí de nuevo / por un instante / todo es uno. (147)
El arte de silbar (2014)
Aquí la figura del padre y la madre devienen en animales, plantas, lengua, mundo. Desaparecer, transformarse, ser el mundo, cantar siendo pájaros palabras que arropan , lengua de pájaros.
nos vamos sacando esas cáscaras…abajo quedan los animales blandos, / hablando en un idioma que es tan nuevo / que parece que me lo aprendo en un sueño (202)
Mirá, papá, si ahora yo me vuelvo / un pajarito y te canto / y resulta que vos sos el árbol… ahí afuera, / lo más tranquilos, livianitos / y amigos (203)
… en un rato se vuelve las torcacitas de la antena / el bichofeo de las azoteas , el fresno de la puerta /
Parece que el jardín / fuera eterno.(206)
El cuento Cuando te veo convertido… … no estoy más sola…
Todo es adentro, que es afuera también: en la foto / lo llevás en la mano, claro / y que se vea / cómo a veces es bueno no pensar, / porque empezás / hablando y cuando / te descuidaste, / todo está afuera.(230)
Últimos veraneantes de febrero (2020)
Tematiza y reflexiona en otro tono sobre la representación (objetos, temas y recursos), la contemplación, la muerte, la juventud.
Es el fracaso de la representación / que siempre va profundo donde pierde, / la línea protectora de las cosas / y se hunde en lo real. (245)
Historias de ciclos, la muerte es parte, la mitad asomada de las cosas, conversaciones entre hermanos. una conversación inentendible, / como de pájaros. (279)
La felicidad de los animales (2021)
El tiempo y la vida leídos desde el canto de los pájaros. La felicidad está en el amor, los encuentros, en el ayudar a soportar los recuerdos oscuros y a la vez es frágil, puede desaparecer.
Las marcas del tiempo son constantes, la palabra ahora aparece repetidamente, recordando que estamos vivas, que tenemos risa para aceptar el tiempo, la vejez y la muerte. Son las nubes, las aves, los animales de compañía los que nos lo recuerdan y el poema el lugar para registrarlo. Qué hermoso es el mundo, qué fácil es reír (316)
Canta, avecita del amor /…nos hace olvidar / cómo se va la vida / qué rápido, / qué rápido se va. ( 310)
Tiempo: ahora, ahora ahora, hoy, ayer, ahora, qué rápido, ahora, cada vez,
Pero ahora mismo reímos y bailamos, / ¡qué nos importa el tiempo / qué nos puede importar! (316) Ahora… / Somos las pajaritas locas / paradas en el alambre / chillando contentas / mientras sube el sol (320)
¿qué nos puede dar miedo?, / ¿qué nos puede entristecer? mientras sube el sol (320)
El poema que cuenta
¡¿viste como pasa el tiempo?… / ¿Para nacer a qué, a dónde? / A lo que importa, / luz de mi corazón, / a lo que importa. (336)
La poesía como celebración que recupera la inocencia en la mirada sobre el mundo. Lo efímero de la felicidad, los constantes marcadores temporales, recordar que estamos andando en amor, las risas, la alegría en los pájaros, en los gatos, en la compañía amada. El poema como lugar para la vida, para la felicidad vivible.
Mientras el afuera nos confirma que evolucionar hubiera sido haber aprendido de los monitos, la soja arrasadora demuestra que no aprendimos nada. Sin embargo leer la poesía de Sonia Scarabelli es un acto de refugio, de celebración, una vuelta a la latente felicidad que puede entrar en un poema.
¡Todo lo que puede un arbolito solo / verdeciendo en la puerta, / todo lo que puede un arbolito solo / recibiendo al natural el sentido del tiempo!, / ¿no es para ponerlo en un poema? (321).
Sonia Scarabelli: Nació en Rosario en 1968.. Publicó los libros de poesía: La memoria del árbol, Celebración de lo invisible– con el que obtuvo el primer premio en el Concurso Municipal de Poesía “Felipe Aldana”- y Flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras. En 2009 publicó la crónica La orilla más lejana y El arte de silbar. Sus poemas han sido publicados en numerosas revistas digitales como Vox, Los amigos de lo ajeno, La Hidra y Los Noveles. Ha participado en las antologías: Los que siguen. Veintiún poetas rosarinas. 1961-1980 (2008), Las 40. Poetas santafesinas 1922-1981 (2008) y Antología federal de poesía. Región Centro (2018)
Imagen de portada: Los niños que portamos, cedida por su autor Marcelo Rizzo.