
Javier Villafañe
por Patricia Cuscuela
“ -¿Por qué estás tan contento? -le preguntaron.
Y el sapo respondió:
-Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo.”
Así termina “Los sueños del sapo”, uno de los tantísimos cuentos que Javier Villafañe, con sencillez y sabiduría nos dejó como legado. Consideramos casi imprescindible mantener vivo el recuerdo de este creador generoso que nació en Buenos Aires en 1909, vivió en La Plata por la década del 60 e influido por La Barraca, teatro ambulante creado por Federico García Lorca, compró un caballo y un carruaje que se convirtió en casa y teatro, al que llamó La Andariega y con la que recorrió incontables caminos de nuestro país y de otros, por los que fue sembrando su arte popular y valioso, dando funciones para chicos y grandes.
Titiritero, poeta, narrador y dramaturgo, considerado uno de los pioneros de la literatura infantil en Argentina, Javier Villafañe fue, sin duda, el titiritero más conocido en los países de habla hispana. Solía decir que el primer títere debió haber surgido cuando el hombre descubrió su propia sombra en el suelo. En 1933, creó su títere emblemático, Maese Trotamundos.
El decorado, los títeres de guante y los trajes fueron confeccionados entre otros, con el pintor Emilio Pettoruti, los escritores José Luis Lanuza, Enrique Wernicke y Ana María Linares. En 1966, cuando el gobierno de facto de Onganía se instaló en nuestro país, decidió partir hacia Venezuela, donde fundó el Taller de Títeres de la Universidad de los Andes (ULA) en 1967. Viajó por Europa (siguiendo la misma ruta que Don Quijote), Asia, participó en numerosos festivales en distintas partes del mundo y regresó a Argentina en 1984, donde pasó los últimos años de su vida.
Fue editor de la revista Titirimundo y realizó un importante trabajo de investigación sobre el teatro y la cultura popular con su recopilación de cuentos. Su vastísima obra incluye cuentos, ensayos, obras para títeres, de las cuales las más famosas son La calle de los fantasmas, El caballero de la mano de fuego, El pícaro burlado, Vida, pasión y muerte de la vecina de enfrente, El casamiento de doña Rana y El panadero y el Diablo. Antología: obra y recopilaciones (Buenos Aires, editorial Sudamericana S.A., 1990) reúne muchas de sus obras.
En diciembre de 1984 fue distinguido con el premio Konex a las Letras y recibió numerosas distinciones, entre ellas: Faja de Honor de la SADE, 1946; Premio Fondo Nacional de las Artes, 1957; Premio de Honor de Literatura, 1958; Premio Ollantay, Centro Latinoamericano de creación e investigación teatral, Venezuela, 1980; Primer Premio Nacional, Literatura Infantil (producción 1982-1985); Premio Austral, editorial Espasa Calpe, España, 1986.
Apenas unos días antes de su muerte en 1996, se le otorgó el premio Gallo por la Casa de las Américas, La Habana, Cuba. Fue declarado Gloria de la Cultura Nacional por la Municipalidad de Buenos Aires.
Uno de sus discípulos, Ariel Bufano, creó el Grupo de Titiriteros del Teatro Municipal General San Martín y el Grupo de Teatro Popular de Títeres.
Crédito de la imagen: Maese Trotamundos y Javier Villafañe/ El Territorio – Noticias de Misiones