Año III

27 de septiembre de 2023, La Plata, Buenos Aires, Argentina

lo indomesticable y su extimidad.

Por Laura García Cairoli

“Ahora no sé 

si yo era entonces un hombre 

soñando que era una mariposa

o si ahora soy una mariposa

 soñando que soy un hombre”.

Chuang Tzu 

I.

Comienzo mi lectura con las pinturas del italiano Henry Fuseli llamada “Nightmare” y “Sueño” del gran artista holandes E.C Escher. En la primera una mujer extremadamente blanca luminosa, se encuentra en estado de inconsciencia vestida con la misma blancura;  sobre su abdomen está sentado un íncubo, un demonio sexual, haciendo presión sobre su cuerpo mirándonos con sus ojos rojos. Sobre el fondo un telón desde el que se asoma un caballo negro de ojos sonámbulos, con mirada extraviada, lujuriosa, que completan la escena. En “Sueño” nos encontramos bajo una noche estrellada donde yace recostada la figura de un obispo de suaves rasgos quieto, dormido y sobre su pecho las cuatro patas de una mantis que nos mira con sus ojos negros desde los que nos es imposible vernos.

¿Sueña el obispo con un insecto que reza o se trata del sueño del artista? ¿Sueña esa mujer con el íncubo y el caballo o es un sueño del artista?. Ambas pinturas parecen representar exactamente la misma escena. ¿Qué es esta escena? ¿Qué representa? ¿Quienes son y qué hacen allí esos seres sobre el torso de los soñantes?

Lacan en el seminario 10, aquel dedicado a la angustia, nos aproxima una respuesta: 

“Lo correlativo de la pesadilla es el íncubo o el súcubo, aquel ser que te oprime el  pecho con todo su peso opaco de goce extranjero, que te aplasta bajo su goce. Lo primero que se ve en el mito, pero también en la pesadilla vivida, es que aquel ser que pesa por su goce es también un ser que interroga, e incluso que se manifiesta en aquella dimensión desarrollada de la pregunta que se llama el enigma.” (Lacan: página 74).

Goce extranjero, indomesticable y enigma. Pesadilla, deseo inconsciente y enigma. ¿Cómo hacer del goce extranjero primariamente rechazado que nos aplasta un enigma posible para despertarnos de ahí? La clave pareciera estar allí: el mismo lugar donde se localizaría lo ominoso, lo mortífero, es también el lugar como condición y posibilidad del surgimiento del enigma, de interrogación acerca del propio deseo inconsciente. Esta nueva topología que surge a partir de pensar el sueño en coordenadas psicoanalíticas, permite una nueva relación entre lo inconsciente y lo éxtimo. Esta extimidad como lo no localizable y sin embargo como estructura tópica capaz de conjugar de una particular manera el afuera y el adentro, lo íntimo y lo externo, lo indecible y lo no. Extimidad como aquello extranjero de uno mismo para uno mismo, lo indomesticable de uno mismo por uno mismo. La apertura de un nuevo espacio para el encuentro con lo no simbolizable del deseo, con ese pedacito, núcleo de real, que siempre se nos escapa.  

Estas dos pinturas tienen la potencia de lograr representar no la simple imagen de alguien que sueña, sino representar la causa misma del sueño. Llega al punto central del soñar, al hueso de esa fascinante operación psíquica. Son pinturas que al intentar develar lo que debería permanecer en lo oculto, se atreven a ir un poco más allá y muestran no sólo la materia con la que están hechos los sueños, sino la razón de su existencia. Enseñan algo que de por sí sería imposible de ver, de representar: figura pesadilla y figura interrogadora en una simultaneidad lógica, tópica. Un no-lugar que vuelve posible no sólo la existencia del soñar sino también algo aún mucho más fundamental y radical: vuelve posible su interpretación. Sin enigma no hay pregunta posible por el deseo. Y el sueño es una operación capaz de volver enigmático el deseo y abrir así la posibilidad a una interpretación psicoanalítica, que será siempre singular para cada sueño y para cada soñador. 

II. 

Que “La interpretación de los sueños” sea considerado uno de los textos más importantes del psicoanálisis es algo más o menos sabido por cualquiera que se haya aproximado un poco a él. Si le sumamos los que explican la psicopatología de la vida cotidiana, aquellos escritos pioneros y únicos en su especie que nos hablan no sólo acerca de los sueños sino también de los lapsus, los olvidos e incluso del chiste y el humor, nos encontramos entonces con todo un nuevo campo de exploración de los fenómenos psíquicos, de los que llamamos “formaciones del inconsciente”, aquellas que, excluyendo el síntoma, dejan ver aquella dimensión en apariencia más doméstica, inofensiva, con carácter de eventos nimios de la vida sin consecuencias o que puedan ser causa de malestares o angustia. Eso que en psicoanálisis, junto con el síntoma, llamamos la vía directa para el acceso al inconsciente, no sólo constituyen la posibilidad de hacer surgir lo inconsciente, sino que al mismo tiempo habilita la posibilidad de su interpretación. Enigma e interpretación se vuelven solidarios de una manera jamás antes pensada o practicada. La interpretación psicoanalítica y la particular topología significante en la que se sustenta, implica una puesta en valor de los sueños como vía de acceso a un inconsciente que hasta ese momento histórico, había permanecido ocluso, ininterpretable. 

III

En “Sobre el sueño” Freud hace un rápido recorrido por las distintas interpretaciones que el acto de soñar ha tenido a lo largo de la historia, el movimiento que ha hecho el ser humano en relación a los sueños como objeto de enigma a interpretar. Dirá allí que en las épocas precientíficas el contenido del sueño era señal de algún suceso relacionado con las divinidades, los dioses eran los que allí hablaban a través de los sueños y ellos servían como augurios o señales de sucesos futuros. Luego, con el surgimiento de las ciencias y el conocimiento científico la interpretación vía mitológica se fue transformando en psicológica. Sin embargo Freud subraya allí algo que hasta el día de hoy sigue funcionando como brújula para que los sueños sigan ocupando ese lugar de misterio, recuperen su valor de enigma singular dentro del amplio campo de los fenómenos u operaciones psicológicas: 

“ Desde la desestimación de la hipótesis mitológica, empero, el sueño se ha vuelto menesteroso de explicación. Las condiciones de su génesis, su relación con la vida anímica de la vigilia, su dependencia de estímulos que pugnan por llegar a la percepción durante el estado del dormir, las muchas peculiaridades de su contenido chocantes para el pensamiento despierto, la incongruencia entre sus imágenes-representación y los efectos anudados a ellas, y, por último, el carácter fugitivo del sueño, la manera en que el pensamiento de vigilia lo arroja a un lado como algo ajeno, lo mutila o lo borra en el recuerdo: todos estos problemas, y otros más todavía, piden desde hace muchos siglos soluciones que hasta hoy no pudieron darse satisfactoriamente.” (Freud: página 617). 

Si el trabajo del sueño es aquella operación propia de la elaboración onírica que hace que todas las significaciones se expresen por medio de imágenes, aquellas que se transforman durante el mismo soñar en representaciones ominosas, en algo capaz de despertarnos, expulsarnos del dormir, entonces la pesadilla no puede ser menos que una operación doblemente enigmática, una suerte de malformación topológica para hacer temblar los semblantes. Si la irrupción de lo unheimlich, de aquello que Freud en ese manuscrito rescatado del cajón retoma esta definición: “algo que destinado a permanecer en lo oculto, ha salido a la luz” (Freud: página 241); lo que vuelve un sueño pesadilla, a nightmare, deberá ser un punto firme de orientación hacia una mayor comprensión no sólo del funcionamiento del inconsciente, de la dialéctica significante, sino un acercamiento más significativo hacia la causa misma del sujeto, a su deseo, a la causa del ser, aquella hacia la que el psicoanálisis apunta.  

IV.

Domesticable/indomesticable resulta ser el binomio político, económico y ético a partir del cual el ser humano instauró una división (que es siempre arbitraria por el hecho de ser humana) a partir de la cual el patrimonio de enunciación de lo que es domesticable y lo que no, es enteramente propiedad del ser humano y de las clases políticas dominantes como consecuencia. 

Así, haciendo uso y justificándose en ese binomio hemos creado una cultura del consumo y reproducido frenéticamente y sin conciencia relaciones de abuso y maltrato basada en esa lógica. Consumimos animales, hacemos de su otredad, de su especismo, de su propia alienación, una mercancía a ser comprada, devorada, usada, exhibida. Siempre maltratado lo animal.

En el campo de lo exclusivamente humano  como correlato de lo indomesticable nos encontramos con el deseo. Eso propiamente humano. Y la lógica se repite porque la repetición es propiedad del hombre así como la estupidez. Y al deseo lo rebajamos a la demanda, a lo materializable, lo contable, acumulable, para poder crear así un objeto y como consecuencia la ilusión de que algo lo podría colmar, satisfacer completamente.  Y nos compramos, devoramos, usamos y exhibimos los unos a los otros y a los objetos que inventamos. Siempre maltratado el ser.

Hacer de lo indomesticable, lo ominoso, la pesadilla, no una otredad demoníaca, incorrecta, inservible, forastera, algo a suprimir o ignorar, sino enigma, pregunta, horizonte que nos oriente. Volverlo enigma, deseo de saber, para encontrar una mejor manera de relacionarnos con nuestra propia íntima exterioridad, aquella que tan rápida y espontáneamente rechazamos, una nueva forma de lazo, la propia, con lo insoluble de lo real.

 

1. Lacan Jaques Seminario 10, La angustia. 1975. Paidós, Bs As.

2.  Sigmund, Freud. Sobre el sueño. 1901. Amorrortu editores.

3. Sigmund, Freud. Lo ominoso. 1919. Amorrortu editores.

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