
Los timbres sonoros como relato de un territorio
Voz en Cuerda es un grupo musical oriundo de la ciudad de Avellaneda que aborda el cancionero latinoamericano. Está integrado por Pablo Olivares, Marcelo Annacarato, Cristian Séspedes y Andrés Amado.
¿Por qué “Voz en cuerda”?
Al grupo lo bautizó Vero, la compañera de Pablo, y nos gustó mucho, porque la expresión “Voz en cuerda” sintetiza los elementos mínimos que necesita un músico popular para expresarse. Por supuesto, se puede hacer música con menos, pero me refiero a la amalgama que se da entre la voz y la guitarra, tan populares e indispensables en la música de nuestra Latinoamérica.
En nuestro caso somos tres guitarras criollas y percusión. Elegimos esa sonoridad por un lado tan rica y conmovedora para nosotros y a la vez tan austera dentro de la paleta de infinitas posibilidades sonoras que estos tiempos ofrecen. Por supuesto nos encanta invitar a amigxs a participar, a compartir y enriquecer nuestra música con otros timbres, pero el proyecto madre es ese: guitarra, voz y tambor.
¿Qué lugar ocupa la voz en este proyecto musical?
Nos gusta hablar de la voz no solo como un fenómeno sonoro, sino como parte constitutiva de un relato perteneciente a un territorio que nos antecede y al que buscamos darle continuidad. Un relato que habla de nosotrxs, que desde el presente dialoga con nuestro pasado mirando al futuro y de esta manera las fronteras temporales se diluyen dejando en el centro a la música como parte fundamental de ese relato y por supuesto como parte constitutiva de un territorio. Podemos pensar a la música como un territorio también.
Un territorio con su tradición
Nos cuesta bastante pensar en el concepto de tradición. Un concepto que puede tener diversidad de interpretaciones. Para Liliana Herrero, por ejemplo, referente de nuestra música, la tradición viene siempre acompañada de una tensión.
En nuestro caso, al momento de concebir al grupo éramos Pablo y yo. Al año se sumó Marcelo y recientemente Cristian. Marcelo, Pablo y yo nacimos entre la Capital Federal y el conurbano bonaerense alrededor del 75; es decir en los años 90 rondábamos los 15 años y para ese momento ya era tradición entre la juventud elegir el rock como género musical para expresarse y todos de alguna manera abrevamos en ese género. Al no tener nosotros antepasados directos de origen rural nuestro hacer dentro de la música folklórica latinoamericana viene a romper con una tradición: la tradición de vincular a la juventud urbana de aquella época con el rock.
Hacemos música que nos conmueve e interpela, una música que, somos conscientes, indaga en nuestra identidad como pueblo y que dialoga permanentemente con el presente. Para que ese diálogo exista hay que hacerla y compartirla. Por supuesto buscando una impronta estética personal, una manera propia de hacerla. Entonces aparecen otras sonoridades que no son propias de determinadas especies folklóricas, pero que nos encantan.
De todas formas hay que tener presente que lo que conocemos como música de raíz folklórica es una fusión de las culturas musicales europeas, africanas y originarias de América. Es decir su origen mismo es una amalgama, con lo cual si su origen mismo contiene esa premisa, es lógico pensar en su devenir como una permanente fusión de estilos. Por supuesto estamos hablando de un hacer musical por fuera de toda lógica mercantil.
Se lee en esta concepción un posicionamiento político relacionado con el arte. ¿Qué lugar ocupa lo político dentro de este proyecto artístico?
Creemos que el compromiso social y político es inherente al hecho artístico per se, pero no hay que confundir esto con militancia. Militar una idea va más allá de cantar una canción en un espacio, es un compromiso que se asume poniendo el cuerpo todos los días. Somos muy respetuosos y consecuentes con esa idea.
Voz en Cuerda en el Centro Municipal de Arte de Avellaneda – Sesiones CMA 🎶