
Medusa: la reescritura constante de la poesía.
Medusa: la reescritura constante de la poesía.
Por Alejandra Mendez Bujonok
El mito es fundación, la palabra primera de la memoria ancestral. El mito respira con el oxígeno de la poesía, la sustancia que moviliza los símbolos en que el mito se manifiesta.
El canto de la poesía es la manera de evocar el origen y de transmitirlo. Aquello ignoto que va tomando forma en el relato con otros, porque somos mucho más que el relato de la historia. Es justamente ahí desde donde se pone en acto el poder reconstructivo de la poesía, que es la sangre del mito. Por eso trabajar el mito es reescribirlo, es encontrar en sus símbolos mucho más de lo conocido, es escarbar y entrar los intersticios por donde sacar a la luz, aquello olvidado u ocultado.
Como muy bien comenta en su prólogo Leonardo Massari “Medusa, en la voz de Eugenia Straccali en-carna reivindicando la posición activa del deseo. Éste se abre camino entre el sojuzgamiento masculino, de la cultura patriarcal; deseo de lengua bífida que muerde la manzana envenenada de amor. Donde lo personal y lo ontológico se cruzan” el deseo y la carnalidad que representa Medusa se saca del olvido, se la reivindica así, mostrando el dolor lo encausa en otra cosa. La sangre derramada se convertirá en sangre proclamada:
“me cuesta respirar
no es posible mirar el horror de frente
estoy muerta en las palabras de los otros
no hay poesía aquí
que retorne el viento
fondo sin gravedad
roja la hierba roja la savia”
Hay una angustia que conlleva la belleza, pero no la de la belleza libre, sino de aquella encorsetada, estereotipada, es en palabras de nuestra autora, un carozo quebrado. Esa mirada del poder patriarcal que tanto Poseidón, como Atenea o Perseo ejercerán cruelmente sobre Medusa, ignorando que la belleza está más allá, siempre.
La palabra belleza es insuficiente, nos dice Straccali. Porque la pregunta cual estrella apocalíptica surge en el más allá, en aquel espacio de libertad. La belleza libre, esa que hace dormir a la criatura en la eternidad, esa que hace que se poetice y que del cuello de Medusa (de todas las medusas) broten sus descendencias: yeguas aladas y gigantes que reelaborarán la historia.
Los cuentos que continúan siendo: dice Eugenia “una vez y otra vez y otra voz” en esa inflexión, ese cambio en voz, posibilita la palabra modificada.
Medusa en su dolor ruge y resignifica la mirada. Sabiduría femenina, que atraen la vibración de otras:
“forman palabras
mutan
vibraciones
quebrado cristal mi cuello se deja caer
las astillas provocan otros sonidos
otras sílabas
palabras nuevas
este hacerse y deshacerse del lenguaje
resguarda un hilo melódico
verdadero cuerpo-poema”.
Así la escritura del poema, en su intento, hilvana siempre esa lengua materna herida, reconstruyéndola, por todas esas niñas, por todas nosotras, por las medusas sin voz.
Se escribe con el cuerpo, es como un desplazarse continuo, como un movimiento profético que trasforma:
“entonces:
la poesía se cierne sobre mí
pero el dolor perdura
y no queda nada por decir
tal vez puedas hallar
la gruta de la palabra”
Y en ese camino, en ese desfiladero que es personal y es colectivo, renace el cielo constante de la poesía.
*Foto por Leonardo Massari @leonardomassari @lenomass