Año III

27 de septiembre de 2023, La Plata, Buenos Aires, Argentina

Reseña

Si empiezo a desconfiar de suerte estoy perdido

   

PRÓLOGO

Apuntes para un inventario

por Ramón Inama

He tratado de reunir pacientemente 

algunas palabras. De abrazar en el aire 

aquello que escapa de mí 

a morir entre los dientes del caos. 

Juan M. Inchauspe (1966) 

Me he pasado más de la mitad de mi vida escribiendo en hojas sueltas, papelitos, cuadernos, libretitas, servilletas, formularios, cartas, agendas, mensajes, notas, discursos, ponencias, trabajos, exámenes, posteos, volantes, dedicatorias y correos postales o electrónicos. En cada uno de esos espacios nómades, mi escritura se fue dispersando en fragmentos, escritura perdida vaya a saber por qué razón. 

Ahora es el momento de la reconstrucción. Entendí finalmente que la dispersión poética era mi principio constructivo. Descubrí que la recomposición de mi historia personal, seguía el montaje involuntario de mi memoria. 

Es por eso que las alegorías desordenadas a lo largo de los años, como las ruinas o los escombros, devinieron en este libro, poemas. El remontaje del tiempo padecido como dice Didi Huberman, es también para mí: legibilidad histórica, justicia poética

Este año de pandemia, de reclusión y aislamiento, paradójicamente me impulsó a la acción, el deseo de escribir un libro se materializó y pude saltar desde el puente iluminado y así nadar en mi propio río. Desde entonces junté los pedazos de mi archivo personal, papeles, imágenes cargadas de tiempo, fotos que guardan los sentidos de mi biografía. 

Si empiezo a desconfiar de mi suerte estoy perdido es el nombre del libro que cifra mi pasado y mi presente, pliega mi historia familiar, la de los vivos, la de los muertos. El título ricotero contiene las supervivencias de mi generación, la que transitó su adolescencia en los frágiles inicios de la democracia. En ese entonces cada palabra necesitaba su legitimación para mitigar mi orfandad, e iba acompañada siempre, disfrazada de una cita, o con alguna referencia autorizada. En realidad buscaba cobijo, una habilitación para escribir. Por eso el resultado de esta tarea fue un ejercicio consciente: rescaté los pedazos o piezas de mi pasado, para actualizarlas en la poesía. Transformé lo trágico (irreversible y fatal) en drama (poiesis y acción).

Así saqué la hojarasca que cubría mis propias palabras, para poder decirles lo que quiero. Lo que quiero decir. Lo que quiero decirme. Retomando otros versos de Juan Manuel Inchauspe, entendí que Bruscamente / uno ve con horror / que aquel que está en el espejo a veces / es otro. 

Por eso, la poesía es hoy para mí el mejor lenguaje, territorio único en el que me siento libre de herencias, tradiciones, mandatos. Lugar en el cual puedo andar sin cargar la piedra de Sísifo. Les invito a que me acompañen en este salto a la escritura, leyendo desde ese puente: 

“escribir versos un poema con versos que fluyen como el agua que tomo escribir de sed” 

Ramón Inama

Diciembre de 2020

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